lunes, 22 de noviembre de 2010

¿Es intentarlo una locura... o sería una locura no intentarlo?
"Uno cocina para quienes quiere o para quienes quiere que le quieran..."

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Hay personas que luchan un día y son buenas.
Hay personas que luchan un año y son mejores.
Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos.
Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles !!!

martes, 2 de noviembre de 2010

De pequeño no te decian: ¿Escuece? Entonces es que se está curando...
Pues lo mismo.

viernes, 29 de octubre de 2010

Realmente se olvida cuando no tienes que pensar en olvidar.

lunes, 4 de octubre de 2010

¿Razón o corazón?

Cómo empezar a hablar cuando no se sabe qué decir; a veces el silencio también es una opinión.
Sentimientos e impresiones contradictorias, y una batalla continua entre cabeza y corazón.

Por un lado todo indica que no hay vuelta atrás, y lo odias por ello... Pero esos recuerdos te inundan con aguas de esperanzas que tardarán mucho en secar. Cómo saber si de todas las segundas oportunidades que hay en la vida, esta vez se sortea un vale para esta situación. Y lo peor de todo, no saber si es lo mejor o si podría ser lo peor...
Qué hacer cuando en público las miradas se cruzan pero, esta vez, de una manera incómoda. Tú eres la que estás marcando los límites cuando te permites o puedes marcarlos. Pero, sin embargo, no puedes evitar coger el teléfono y abrir “mensaje nuevo” incontables veces. Los momentos de debilidad pueden contigo y esto te acaba llevando a un círculo vicioso.
Sin embargo, cuando estais a solas ni siquiera sabes cómo mirarle a los ojos por miedo a no encontrar respuesta. Y cuando lo consigues, no eres capaz de mantener la mirada a penas un segundo. Sientes ese nerviosismo que sentías los primeros días que estabais a solas, de no saber cómo actuar, midiendo palabras y gestos, apoyando tu mano en su pierna el tiempo suficiente para que quede en un acto cariñoso y no se confundan actitudes. Todo va ameno y cordial hasta el momento de la despedida.
Estás a punto de irte y no eres capaz de gritarle a las mariposas que dejen de revolotear en tu estómago, es imposible saber qué va a suceder en los siguientes instantes. Tú quieres irte. ¿Seguro? No… eso quieres pensar, tu cabeza te dice “debo irme”, pero a cada paso que das alejándote más te cuesta levantar el pie para dar el siguiente, como si algo no te dejara irte. Esos lazos que se crearon, ahora débiles, vuelven a despertarse cuando están cerca y no quieren soltarse cuando se van a separar. Son fuertes, empiezan por un abrazo y no sabes en dónde van a acabar.
Hay gestos que te dicen que no, pero otros te dicen que no te vayas. Tú también tienes las ideas claras, pero cuando te juntas en ese abrazo que empieza a ser simplemente amistoso, te das cuenta de que tu interior se sigue rompiendo poco a poco. Los pedacitos caen en forma de lágrima y retumban en tu corazón, y al parecer, también es inevitable que le salpiquen a él.
Sabes que deberías irte con tus pedacitos a casa pero, pesan mucho y afortunadamente o desgraciadamente, él es la única persona que alivia su peso. Los alivia con paciencia y simples palabras, acompañándote en tu silencio, con unos abrazos fuertes y reparadores, apretándote un poquito para intentar ayudar a que salga toda la pena. Caricias amigables, sonrisas forzadas y con unas cuantas cosquillas, no tan forzadas... Te hace desear que todo vuelva a ser como antes, porque en dos minutos ha hecho que pases de llorar a reír, en vez de al revés.
No entiendes porque se comporta con tanta naturalidad y cariño si no le importas. ¿Por qué no le importas, verdad? Sí le importas, otra cosa es que lo demuestre como tú, o incluso él, quisiera.
Te hace reír, y sonreír. Sonreír como casi nadie ya lo consigue. Sabes que es capaz de eso y mucho más. Y lo odias por ello… Es capaz de tranquilizarte en ocasiones que ni tu misma puedes; ya puedes estar histérica, llorando, caminado sin sentido y con los puños llenos de rabia que, solamente con oír su voz, aunque sea en una llamada inesperada en el momento menos indicado, con unas distantes palabras, todo se va. Parece que cuando cuelgas, el teléfono aspira toda la impotencia.
Ahora estás relajada, todo lo relajada que se puede estar después de pasarte una hora llorando sin sentido, recordando momentos vividos que nunca pensaste que ocurrirían y que quizás no se vuelvan a repetir.

Dicen que el tiempo pone todo en su lugar. Me gustaría que, si ese tiempo no pudiese ser conmigo, otra persona le diera todo lo que necesite, todo lo que yo no pude ofrecer. Y, aunque pensemos que somos egoístas por querer que se hiciera realidad ese día en el que pensaste que duraría para siempre; que dormir juntos te llevaría a compartir cama, que compartir cama te llevaría a compartir casa, vida, momentos que ojala nunca hubieran muerto… Sabes que en el fondo, tu corazoncito te dice que lo dejes marchar.
Nadie tiene la culpa de que los sentimientos, así como las personas, evolucionen. Si te quedaste atrás, nadie tiene la culpa. Sólo tú puedes salir del estanque, haciendo que por fin, el patito feo, se convierta en un bonito y feliz cisne.

Quien no arriesga no gana. Y para saber valorar ganar, también hay que saber perder. Es inevitable.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Nuestros pensamientos

Ten cuidado con tus pensamientos, se volverán palabras.
Ten cuidado con tus palabras, se volverán actos.
Ten cuidado con tus actos, se volverán costumbres.
Ten cuidado con tus costumbres, formarán tu carácter.
Ten cuidado con tu carácter, será tu destino, será tu vida.

La vida es un jardín.
Te devolverá lo que siembres en ella. Así que elige semillas buenas, riégalas y con seguridad tendrás las flores más hermosas.
Cada acto, palabra, sonrisa o mirada, son una semilla. Procura, entonces, que tu semilla caiga en el surco abierto del corazón de las personas y cuida tu futuro.
Procura además, que sea como el trigo que da pan a los pueblos y no produce espinas y cizaña que dejan estériles las almas.
Muchas veces sembrarás en el dolor, pero esa siembra traerá frutos de gozo.
A menudo sembrarás llorando, pero, ¿quién sabe si tu simiente no necesita el riego de tus lágrimas para que germine? No tomes las tormentas como castigos. Piensa que los vientos fuertes harán que tus raíces se hagan más profundas, para que resistas mejor lo que habrá de venir.
Y cuando tus hojas caigan, no te lamentes; será tu propio abono, reverdecerás y tendrás flores nuevas.
Cada acto, cada palabra, cada sonrisa, cada mirada es una semilla.
Procura hacer siempre “una siembra del amor”.
Somos el producto de lo que pensamos y sentimos. Por lo tanto, mucho de lo que nos sucede en nuestra vida cotidiana, está influenciado por nuestra propia fuerza interior.
El antídoto contra la “mala suerte” está en cada persona, en su forma de ser y de vivir, en la manera como canaliza las energías que están dentro de sí mismo.
Y sobre todo, en la forma como transmitimos esa energía a las personas que están cerca de nosotros.
Disfruta de la vida, hazla disfrutar a quienes te quieren.
Vive el día de hoy y olvida el pasado.
El desnudo del alma es le mejor desnudo

lunes, 15 de febrero de 2010

Cómo hacer cuando viendo viejas fotos y viejas cartas, te invaden los recuerdos... Recuerdos que ya se fueron porque inconscientemente los has tapado con otros nuevos encantos.
Pero te das cuenta que, ahora que esa nueva experiencia se está conviertiendo tembién en un recuerdo... duele. Duele saber que ocurrió otra vez lo mismo, sin darte cuenta.
Te planteas mil cosas de "por que sí" o "por qué no", te huele que todo se acaba y no sábes que hacer. Sólo sabes que algo dentro de tí va a acabar por inundarse a lágrimas.
Piensas que quizás esto era lo que tenía que pasar, si es que por cualquier razón te has equivocado o has hecho algo mal, o si no has aprendido aún a querer...
Cómo saber si sabes querer, si le has dado a la otra persona suficiente, aunque en tu corazón sepas que no ha sido todo. Te faltan tantas cosas que compartir, y sin embargo... te lo perderás.

Aún no quiero hacer con las vivencias una tarta de dulces y amargos recuerdos...

*Por cierto, no se CÓMO el "hombre del cartel de la autopista" tiene la poca decencia de acertar poniendo un cartel nuevo (Siempre te voy a querer) que me hace identificarme con éste, haciendo que me reconcoma aún más y volviendo a hacer que ese olor a "se acabó" sea aún más fuerte, ya que la frase puede ser fácilmente aplicable al final de la conversación.

sábado, 30 de enero de 2010


Necesito explotar.

Necesito poder y saber expresar (importante) todo lo que siento. Ya ni siquiera lo que pienso, sino lo que siento.
Tengo algo dentro que quiero sacar desde hace tiempo y sólamente he podido llorar por el pasado, por lo que ya pasó. Pero en cambio, quiero sacar todo eso que hace tiempo no me costó, y que por un infortunio final, ahora me cuesta tantísimo.
Cómo hacer cuando ya has olvidado lo que tenías que olvidar para empezar a querer a otra persona, pero sin embargo, algo queda dentro de tí, y no puedes sacarlo. No sabes, lo único que sabes es cuando se originó, y que se quedó ahí estancaíto en tu corazón. Pero sin embargo, no sabes que te oprime para no explotar, para no poder expresar lo que sientes: para dejar de querer poco a poco, a la vez que comienzas a amar.
Quizás es pronto, a lo mejor uno siempre se preocupa antes de tiempo, y siempre tiene miedo de fallarle a la otra persona y a uno mismo también.
De verdad, deseo saber como hacer desaparecer ese sentimiento de "obstaculización" para seguir sintiendo, para seguir queriendo cada día, cada momento, y cada vez más.
Quiero crecer, y quiero que ese sentimiento crezca conmigo.

*No se aceptan comentarios del estilo: "Es normal, a mí también me pasa"
Decidme algo que no sepa. ¿Lo hay?
A veces no es que el azúcar no endulce suficiente, sino la capacidad de la leche para dejarse endulzar.

martes, 26 de enero de 2010

PACIENCIA. Gran virtud, sí señor.
De ésta, o aprendo a tenerla y a convivir con ella...
O se desbocará y romperá por algún sitio.

¿Difícil? No cabe duda.

Frio...

Estamos en invierno, y es lógico que haga frío.
Al menos yo, no puedo dormir con frío; es como cuando tienes una preocupación en la cabeza y aunque sean las 2 de la mañana y necesites dormir, no puedes, sigues pensando, aunque sabes que el insomio y un Cola-Cao no te va a ayudar a resolver nada.
Cuando puedes compartir tu cama con alguien, y éste no está, también añoramos ese calorcito, ¿verdad? Pero cuando no está (y como si ésto no fuera poco que soportar), un día sientes que la cosa se enfría... Parece como si tu corazón se fuese convirtiendo poco a poco en un cubito de hielo según pasan los días.
Y lo peor es que no te das cuenta. Primero se te enfrían las manos, al día siguiente, los pies, y así poco a poco hasta que parece como si todo a tu alrededor haya desaparecido.
El dolor va por dentro, te haces la dura, aparentando que no pasa nada, pero sin embargo sientes como te falta algo, sonríes menos, echas de menos una conversación con unas cuantas carcajadas o el apoyo tras unas lágrimas... Después de un par de días sin compartir a penas un mensaje, notas que algo falla; querías contarle algo pero el móvil no suena, esperas despertarte con una sonrisa pero resulta que hoy no se ha despertado con ganas de mandarte un mensajito mañanero.
Y como tu móvil no canta ni hace "pi-pi", tampoco haces que suene el de él.
Lo trágico es que este hecho no ocurre por orgullo, al menos en mi caso:
Tú no llamas, no porque él no llame, sino porque piensas que él no quiere hablar contigo. "Porque si no... ¿hubiera llamado no?" Esto es lo que nuestra perversa mentecita nos hace pensar.
Hay vacíos, sin duda, y hasta que uno de los dos no de el paso de iniciar la conversación, ese vacío seguirá existiendo.
Pero claro, primer punto: para que haya esta conversación... tiene que sonar el móvil, ¿no?
Y segundo, una vez que ya has dicho "hola", necesitas que la otra persona quiera contarte el porqué de la ausencia de señales.
Es de entender que todos tenemos un mal día, y que no es justo descargar la "mala leche" que alguien o algo nos ha producido con la persona errónea, a la que justo no querías gritarle. Claro que, previamente siempre intentas evadirlo de alguna manera. ¿Que cómo?
Ejemplo 1: Intentas que se esfume por la ventanilla del coche mientras vas por la autopista a 120, pero no resulta.
Ejemplo 2: Llegas a casa y aparentas que no ha pasado nada, tu madre te pregunta que tal te ha ído el día y le respondes que bien (claro que tu madre no es tonta), te cambias de ropa y te pones a prepararte la comida, no qieres comer porque estás cabreada pero por otro lado sí quieres para ver si se te va esa ansiedad y ese rucu-rucu de la cabeza. Comes en 5 minutos, algo sobrenatural. La ansiedad sigue ahí, no la has hecho desaparecer llenando el estómago y tragando la comida casi sin respirar.
Vaya mierda. Palabras claras pero ciertas.
Entonces, esperas la única cosa del día que va a hacer que se te quite todo en 3 segundos, como por arte de magia, la única persona que es capaz de provocar eso en tí, que se te olvide todo al oír su voz.
Suena el teléfono. "Hablamos luego". Y las 6 horas anteriores desaparecen, ya no tienen sentido.
Sólamente quieres que te cuente cómo se siente y ni siquiera te comenta que tiempo hace, o si hace frío.
Quizás no lo entiendes pero lo respetas, y esperas que, en algún momento, a poder ser dentro de no muchas horas, confíe en tí y te cuente cómo se siente y qué es lo que ha provocado que se encierre en sí mismo.
No voy a hacer la pregunta del porqué, porque la respuesta es fácil: Porque te importa. Quieres saber qué le pasa y cómo se siente, quieres conocerlo. Tan sencillo como eso.
No quieres sentir que la cosa se enfría, nadie puede dormir con frío; en invierno la gente pone la calefacción. Y dado que no tengo calefacción por el hecho de que vivo en Canarias, necesito pasar el invierno abrigada por alguien. Retiro el "alguien", ya que sólo necesito a una persona. Sólo necesito esas palabras acogedoras que hacen que me sienta envuelta como en una manta, a falta de esos brazos que me envuelven de vez en cuando.
Y no dudo que él también necesite lo mismo...

Un día suplicamos que se congelara el tiempo, y ahora sin embargo...
Queremos dormir... sin frío.

martes, 19 de enero de 2010

Muchos cambios en poco tiempo.
Mucho que aprender.
¿Agobiente? Sí, sin duda.
¿Qué hacer? Afrontarlo...
¿Acaso queda alguna otra opción?
Definitivamente, NO.