martes, 20 de mayo de 2008

Las cosas cambian, la gente evoluciona.
La vida sigue su curso.

Muchas veces es mejor expresar tus sentimientos e incomodidades a tiempo que dejar que la otra persona interprete lo que le de la gana.
Nadie es perfecto, y uno no se puede dejar llevar por los errores que uno ha cometido. Hay que seguir adelante con la cabeza bien alta y gritarle al mundo que, aunque fue parte de tí, tú ahora eres otra.
Es difícil que la gente te crea en determinado momento pero, pasada la tormenta, cuando lo piensas con calma todo vuelve a tener sentido. Ya no tienes dudas, solo quieres que te quieran por como eres y que el otro sepa que te molestaste sin motivo aparente alguno.

No se deben decir palabras que no sientes, o te arrepentirás y provocarás que, al que menos quieres hacer daño, te dé de lado aún en contra de su voluntad, por el simple hecho de que tú se lo pediste y respeta la decisión... Cuando, realmente, te mueres por dentro de saber que no es así, de que la necesitas, de que no quieres decirle nada de eso, sólamente quieres tenerla a tu lado: que te diga un "te quiero" chillando para que te enteres bien.
Ese momento que te dicen que lo dejes todo, que ya no vale la pena, es el que te da más fuerzas para seguir adelante. Te haces fuerte al ver que puedes perderlo todo, pero a la vez, la impotencia no te permite reaccionar ante tal ataque.

¿Para qué? Para qué discutir. Las cosas se solucionan hablando. Toda convivencia, amistad, pareja o relación tiene altibajos. Y hay que saber solucionarlos para seguir creciendo en esa relación personal, sea cual sea.

El roce hace el cariño, el cariño hace la confianza, y la confianza da asco.

Espero haber sacado una sonrisa en la última frase después de todo el sermón...
Paz y amor!!
Y di: Yo quiero cambiar, yo sé cambiar, yo puedo cambiar.

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