miércoles, 23 de julio de 2008

*Trébol*

He visto un trébol. Sí, eso creo.
He visto un trebol de cuatro hojas y me mira.
No sé si es el destino quién lo ha cruzado en mi camino. De momento sólo puedo decir que es una suerte que me lo cruzara.
Creo que me durará mucho tiempo, o eso espero.

Mientras lo tengo en mis manos, su aroma se va pegando poco a poco a mí
para que, cuando llego a casa, desprenda esa sonrisa que me provocó.
Su vitalidad, su verde intenso me da calma.
Me incita a tenerlo cerquita.

No sé si antes ha estado entre bellas margaritas, o entre hierbajos en una acera. ¿Cómo saberlo?
Tiempo...
Sin prisas. Ni las prisas ni las dudas han sido buenas consejeras.

Voy con la mente en blanco para poder apreciar cada detalle, cada destello que emite con el sol o cada gota de rocío que se queda en él prendida.

Tengo miedo de que si lo seco al sol se queme,y de que si lo dejo bajo las estrellas coja frío.
No quiero que por desearlo, venga el duende y me lo quite.


¿Qué hacer? No quiero pensar si necesita sol, o cuando lo hay que regar.
Tengo miedo de que se consuma en el tiempo, pero no voy a correr con él en el bolsillo a través del tiempo como si estuviera en una burbuja.

Eso no funciona.

Dejemos que el instinto me guie.

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